Actualidad de Menéndez Pelayo

El presidente Ignacio Diego y el alcalde Íñigo de la Serna han puesto el dedo en la llaga al definir el primero al sabio montañés como un “líder en el pensamiento sobre España” y al recordar el segundo la recomendación de Pemán de que “se le venerara menos y se le leyera más”. Oportunas palabras las de ambos en esta España de pensamiento uniformemente izquierdista desde que hace un siglo la izquierda de entonces hiciera de la idea de España como nación fallida uno de los ejes de su ideología. Por eso Azaña –tan admirado por Aznar– consideró que la regeneración de España llegaría mediante la negación de su despreciable historia y escribió que “ninguna obra podemos fundar en las tradiciones españolas, sino en las categorías universales humanas”. Cualquier separatista lo habría firmado.

 

La antítesis de esta visión de la nación la representó, mejor que nadie, Menéndez Pelayo, quien arremetió contra aquellos que ignoraban y despreciaban la realidad histórica de España:

 

“Presenciamos el lento suicidio de un pueblo que emplea en destrozarse las pocas fuerzas que le restan, hace espantosa liquidación de su pasado y escarnece a cada momento las sombras de sus progenitores. Donde no se conserve piadosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original ni una idea dominadora. Un pueblo nuevo puede improvisarlo todo menos la cultura intelectual. Un pueblo viejo no puede renunciar a la suya sin extinguir la parte más noble de su vida y caer en una segunda infancia muy próxima a la imbecilidad senil”. 

 

Pero lo interesante es que la derecha española, que un siglo después sigue sin enterarse de lo que pensó Menéndez Pelayo, ha optado por el patriotismo constitucional del marxista Habermas, cuya doctrina encuentra mucho más cercana.

 

El Diario Montañés, 6 de junio de 2012

 

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