Un texto necesario e inesperado: al servicio de la verdad histórica, rompiendo mitos, cuestionando supuestas patrias... Una verdadera Summa contra nacionalistas.

 Agotada ya la primera edición de este libro, hay que celebrar su éxito fulminante. Jesús Laínz ha triunfado donde otros fracasaron, porque en su intento de describir el complejo universo del nacionalismo antiespañol -vasco, pero no sólo vasco- ha evitado brillantemente los vicios habituales en este género ensayístico. Laínz no es autocelebrativo, porque escribe pensando en lo que el lector necesita saber y no en la imagen que va a dar de sí mismo. Laínz no es partidista, porque no escribe para defender una opción política de la que participe, sino para conocer mejor una de la que ciertamente no participa. Laínz ha eludido, en fin, dos riesgos manifiestos de estos libros, ya que no es plúmbeo en la lectura -sino por el contrario ameno y grato- ni es insultante en el tenor -porque su crítica al nacionalismo, por su profundidad, no necesita caer en bajezas de ningún tipo-.

 

Es inevitable, aunque pueda ser injusto, iniciar así un comentario del poderoso volumen que ha publicado Encuentro. Sólo los deméritos que exhibe una gran parte de la literatura en torno al nacionalismo ya bastarían para hacer bueno y encomiable el trabajo del joven montañés, que como se acaba de decir no los comparte. Pero en más de ochocientas páginas hay sitio para casi todo, desde la historia hasta los mitos del nacionalismo, desde sus referentes ideológicos hasta sus muy discutibles parámetros morales: Laínz ha escrito una Summa contra nacionalistas que quedará como el resumen de la cuestión el día en que el nacionalismo vasco sea sólo un recuerdo en los libros de historia. Cuando los libros ligeros, sin calado intelectual o con escaso compromiso personal hayan pasado de moda y sean reducidos a pasta de papel, el de Jesús Laínz quedará como testimonio de una época difícil de nuestra historia: la que nos ha tocado vivir. Y lo evidente para el lector avispado es que Laínz escribe desde sólidas convicciones y con un intenso compromiso personal, y no precisamente para obtener un éxito fácil o un cierto lucro o medro.

 

España tiene un problema colectivo del que el nacionalismo es sólo el síntoma más evidente y el terrorismo la consecuencia más sangrante. España es un país en el que el patriotismo ha perdido durante un siglo su legitimidad, pero en el que han crecido patriotismos imposibles de patrias que nunca lo fueron, basados en la manipulación interesada de la verdad histórica y de los elementos objetivos de la identidad nacional. Laínz no ha escrito un libro antinacionalista, o contrario a las identidades colectivas, sino un texto ejemplar que demuestra la diferencia entre una identidad milenaria, cristiana, romana y germana, con todos los atributos subjetivos y objetivos de la nacionalidad -España- y unas identidades creadas desde la nada con la voluntad expresa y decidida de destruir la nación española. El libro, leído con esta clave, sirve para vacunar contra dos males casi igualmente graves: el nacionalismo separatista, por un lado, y la tentación universalista, individualista y materialista, por otro. No es casual ni táctica la alianza entre marxismo y separatismo, por ejemplo; y quien haya leído y entendido a Laínz -lo que se espera de cualquier español culto preocupado por estos hechos- aprenderá a evitar ambos extremos, y ambas tergiversaciones de la realidad.

 

Pascual Tamburri

 Revista Arbil, nº 78, marzo de 2004