Dreyfus en Cataluña

La próspera Francia de la Belle Époque se tambaleó ante el proceso al capitán Alfred Dreyfus por pasar secretos militares al enemigo alemán. No se trató sólo de una discusión sobre la culpabilidad o inocencia de Dreyfus, sino que los franceses se dividieron en dos bandos enfrentados a muerte sobre el papel del ejército, la honorabilidad de sus mandos, la primacía del principio de legalidad o de la razón de Estado, el peso histórico de la tradición cristiana y la consideración de los judíos como parte de la nación francesa o como un parásito inasimilable. Es decir, sobre la propia naturaleza de Francia.

 

El 14 de febrero de 1898 el gran dibujante Caran d’Ache publicó en Le Figaro una viñeta que pasaría a la historia. Bajo el título de Una cena en familia, la primera escena presentaba una alegre reunión presidida por un anciano señor que advertía: “Sobre todo, no hablemos del caso Dreyfus”. La segunda escena mostraba a los comensales asesinándose entre sí. Y el texto explicaba: “Hablaron de ello”.

 

En Cataluña hoy pasa lo mismo. El delirio creado, tras cuarenta años de adoctrinamiento y agitación del odio, por unos nacionalistas que han aprovechado la crisis económica para lanzar su repugnante España nos roba ha conseguido enfrentar a unos catalanes contra otros. Hoy, gracias a la acción de los gobernantes autonómicos desde Pujol hasta Mas y a la paralela inacción de los gobernantes nacionales desde Suárez hasta Rajoy, el falso conflicto entre una nación explotadora y otra explotada ha llegado a las mesas e incluso a las camas de unos catalanes que, si no se menciona a la bicha, se comportan con normalidad. Sin una intoxicación ideológica y un desquiciamiento sentimental impropio de sociedades civilizadas no se podrían explicar ni la congoja de Oriol Junqueras ni la desesperación de ese seguidor de Carmen Forcadell llorando desconsolado porque “¡No quiero ser español, no quiero ser español!”.

 

Quizás algún día los españoles debieran exigir responsabilidades a los políticos responsables de esta odiosa situación.

 

El Diario Montañés, 30 de octubre de 2014

 

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