España contra Cataluña. Historia de un fraude

No resulta fácil encontrar un escritor e historiador contemporáneo que haya tratado con semejante dedicación y rigor el tema del separatismo en la España de nuestros días. Tema que, por encima de aspectos de innegable importancia cual el económico –aunque éste parece constituir el primordial y único para el inane Rajoy y adláteres, olvidando todas sus promesas electorales–, suponen el verdadero cáncer para el cuerpo de la España de hoy.

 

En España contra Cataluña. Historia de un fraude se retrata pormenorizadamente el uso y abuso de la historia de un fraude, el mito del separatismo catalán y sus pretendidas razones históricas, desmontándolas con total contundencia, siempre en base al uso del racionalismo y a la fuerza axiomática de los hechos, destructores implacables de leyendas y falsificaciones.

 

Un siglo de ingeniería ideológica ha ido preparando a convencer a los catalanes de que España es la eterna enemiga de Cataluña, de que todos los males vienen de ella y de que el único camino hacia la felicidad y la prosperidad es el de la independencia. La obra presenta de modo prístino los tópicos y las destrucciones causadas por esa ingeniería ideológica: la condena de todo el pasado de España, la inferioridad racial de los españoles, la manipulación de la historia, la utilización de la lengua como arma política, la agitación del odio, la complicidad de la izquierda, la parálisis de la pusilánime derecha, que permite que jueces en activo elaboren proyectos independentistas, y el recurso final al “España nos roba”.

 

La aportación documental que ofrece Laínz es tajante respecto a los hechos, y cada uno de los once capítulos en que se divide la obra representa un compendio de situaciones históricas y sociales enjundiosas, desde tiempos históricos. Exhumando ese cúmulo de falsificaciones, que, a veces, a pesar de la indignante falacia, hacen aflorar no ya la irritación, sino la franca carcajada, Laínz es mordaz e irónico al exhibir la estupidez mayúscula de algunos asertos de personajes y personajillos, de tal magnitud algunos, que se diría obra de orates recluidos en algún instituto psiquiátrico.

 

El irracionalismo nacionalista hace pensar en el retroceso de ciertos sectores de los seres humanos que han abandonado el raciocinio propio del hombre avanzado para retornar al predominio del ser movido por instintos congénitos. Antagónico respecto a la elaboración de ideas propias, sino recibidas de la circunstancia cultural en la que vive, rechazando los comportamientos racionales y libres, esclavo de comportamientos pautados. De ello el irracionalismo nacionalista ofrece una buena prueba.

 

Ángel Maestro

Razón Española17 de agosto de 2014