Europa bulle

La antaño estable Unión Europea, que hace pocos años incluso aspiró a regirse por una Constitución común, va camino de convertirse en un volcán. En primer lugar, porque el partido vencedor en toda Europa, por abrumadora mayoría, ha sido el abstencionista, lo que demuestra una vez más el desinterés de la mayoría de los ciudadanos por las instituciones comunitarias. 

 

Además, varios partidos que, por diversos motivos, desean su desaparición, han recibido una gran cantidad de votos tanto en países pequeños como en las muy influyentes Francia y Reino Unido. Antes de lanzarse a poner etiquetas, convendría tomar nota de que, acertado o no, el motivo esencial de dicho éxito consiste en la percepción por un creciente número de europeos de las instituciones comunitarias como una amenaza a la soberanía de cada estado y a la pervivencia de las diversas personalidades nacionales. Los sofisticados que miran con desdén a esas cosas tan casposas, preilustradas y superadas que algunos llaman identidades colectivas, que echen un vistazo a lo que está sucediendo en Ucrania. O mucho más cerca: en tierras vascas y catalanas, aunque en este caso se deba al envenenamiento fraudulentamente “nacional” de las últimas décadas. Pero real o inventado, el mecanismo es idéntico, así como su enorme potencia.

 

En la siempre peculiar España el voto ha ido en dirección contraria al resto de Europa. Aunque el PP siga sin enterarse, cainitamente encantado de seguir superando al PSOE, la gran vencedora de las elecciones ha sido la extrema izquierda, tanto en la versión institucional de IU como en una nueva antisistema que algunos comienzan a equiparar al chavismo venezolano. Nadie puede saber si en tiempos venideros se consolidará o acabará diluyéndose tras un breve estallido, pero lo que no puede negarse es que se trata de un síntoma más del predominio aplastante de una cierta ingeniería social incontestada desde hace décadas por quienes siguen sin darse cuenta de su existencia.

 

La olla europea –y la española– bullen a presión creciente. ¿Acabarán explotando?

 

El Diario Montañés, 29 de mayo de 2014