¡Goodbye, España!

Estos días de ocio y descanso tuve la suerte de caer sobre un libro singular, inapreciable y necesario: se titula Adiós, España y su autor es el ensayista cántabro Jesús Laínz. No sin dificultades logré comprarlo porque este volumen como otros políticamente incorrectos son difíciles de encontrar en las grandes superficies (¿por qué será?) e incluso cuando se encargan, no llegan: misterio que algún día alguien debería aclarar aunque tal vez sea inconfesable.

 

Laínz ha escrito una obra monumental sobre la génesis, desarrollo y realidad de los llamados nacionalismos periféricos, especialmente el vasco, catalán y gallego, sus parentescos y disparates, sus exageraciones, falsedades, invenciones, fantasías, tientos y diferencias. Pero, cuidado, no se trata de un libro al uso, una invectiva encolerizada, un grito de socorro al uso. Nada de eso: es una obra científicamente impecable, una investigación de muchos años que ha utilizado todas las fuentes informativas y documentales accesibles, recogido testimonios diversos y contrastados, etc. El resultado de esta crítica implacable es demoledor. 

 

Obviamente, y dados los antecedentes, quienes deberían ser los primeros interesados por este estudio sine ira lo despreciarán. Este país es así y así nos va.  Si la derecha liberal y reformista existiese y tuviera remedio, algo que sinceramente dudo, debería recurrir permanentemente al texto de Lainz escrito en un castellano cristalino, lleno de hallazgos y descubrimientos, apabullante.

 

Dados los antecedentes y en la jaula de fieras en que se ha convertido nuestra vida intelectual no le auguro al libro de Jesús Lainz un brillante futuro. Tendrá la enemiga y la inquina de quienes han convertido la crítica al nacionalismo en su fondo de comercio, será descalificado por los nacionalistas ignaros y dogmáticos que viven precisamente de su profesión de fe y viven muy bien. Y difícilmente llame la atención de quienes por sentido común y decencia deberían interesarse por estos extremos. Son tan pocos...

 

Sea como sea, he aquí mi botella al mar. Compren, pero sobre todo lean este libro insólito. No se arrepentirán.

 

Alberto Míguez

El Semanal Digital10 de abril de 2004