Los escritos reaccionarios de Jesús Laínz

Schopenhauer escribió que hay épocas en la historia en las que el progreso es reaccionario y la reacción, progresista. Hoy todo el mundo presume de progresista. Y los practicantes de esta nueva religión se creen la vanguardia de la transgresión y la incorrección política. Pero la verdadera transgresión se encierra en libros como éste de Jesús Laínz, que arremete contra los valores dominantes.

 

Tengo un buen amigo, Jesús Laínz, que es un tipo desmesurado. Sí, lo es. Y es que cuando algo le apasiona, le entusiasma o más simplemente, llama su atención, no se queda en tibias delicuescencias, en arranques esporádicos y controlados. No, cuando el interés en algún asunto lo agarra en el interior de su corazón y cabeza, entonces se lanza a tumba abierta. 

 

Le ocurre, por ejemplo, con el sinfonismo tardorromántico, del que tiene centenares de discos obtenidos en lugares hasta insospechados. Le sucede con sus amigos, a los que guarda una lealtad tristemente de otros tiempos, de otra clase de educación y circunstancias. Y también le acontece con sus contundentes y bien construidas opiniones político, culturales, económicas, legales, históricas y sociales: son un torrente que precisa de ancho cauce. 

 

Pero una de las cosas que más me gustan de Jesús Laínz, de quien tantas cosas me separan amistosamente por otro lado, es que no reduce sus opiniones a verborrea más o menos brillante de salón burgués o barra de bar de moda. Jesús Laínz las escribe, las fundamenta, las pule, las desarrolla y la publica en forma del libros. Libros con los que se podrá estar o no de acuerdo, pero que se alejan años luz de la prosa famélica y chuchurría tan frecuente por estos lares. Los libros de Jesús están bien construidos, están bien estructurados, están pensados, son de gran interés, incluso para estar en desacuerdo con ellos. 

 

Ya he dicho que Jesús es un torrente de apariencia tranquila. En el año 2004 publicó su primer libro, el indispensable Adiós, España. Verdad y mentira de los nacionalismos, que fue aplaudido, entre otros, por Stanley G. Payne, Pío Moa, y Aleix Vidal-Quadras. Transcurridos cuatro años, Jesús ha publicado cuatro libros más: La nación falsificada (2006), España desquiciada (2007), la edición de Centinela contra franceses del erudito catalán Antonio Capmany (2008), y ahora, recién salido del horno, otro libro con título llamativo Escritos reaccionarios (2008). Todos los trabajos, cinco en sólo cuatro años, han sido editados por Encuentro, y algo deben venderse y leerse, pues si no, no creo que hubieran visto la luz en letra impresa. ¿Y qué son estos escritos reaccionarios? Dejemos que hable la contracubierta del trabajo: 

 

“Schopenhauer escribió que hay épocas en la historia en las que el progreso es reaccionario y la reacción, progresista. Hoy todo el mundo presume de progresista. Y los practicantes de esta nueva religión se creen la vanguardia de la transgresión y la incorrección política. Pero la verdadera transgresión se encierra en libros como éste que, al arremeter contra los valores dominantes, escandalizará a los modernos inquisidores. Y no sólo a ellos, sino también a los menguantes conservadores en un mundo en el que cada día van quedando menos cosas dignas de ser conservadas. Por eso estos escritos son reaccionarios, porque empujan a reaccionar y cuestionar un buen número de dogmas aparentemente intocables: ¿Es pecado denunciar que el Estado de las Autonomías fue diseñado, según los deseos de los separatistas, para procurar la progresiva disolución de España? ¿Por qué se tiene miedo a denunciar que sobre los nacionalistas llamados moderados recae la enorme responsabilidad de alimentar el terrorismo etarra? ¿Por qué la versión ortodoxa de la Historia ha de ser fijada por los Parlamentos y vigilada por los jueces? ¿De dónde sale la superioridad moral de una democracia occidental que se cree autorizada para imponerse planetariamente incluso por la fuerza de las armas? ¿Por qué la Leyenda Negra sigue lastrando la reputación de España tanto entre los extranjeros como entre los propios españoles? Éstas y otras muchas cuestiones son el objeto de este libro riguroso e irónico que demostrará al lector cómo se pueden poner patas arriba un buen número de dogmas contemporáneos que casi nadie se atreve a cuestionar”. 

 

Escritos reaccionarios, título desde luego provocador (la cubierta es un bellísimo cuadro de Pierre-Narcisse Guérin de 1817, que retrata al “reaccionario” Henri de La Rochejacquelein). Estos días paseo el libro por las calles de mi ciudad junto a la autobiografía de Barack Obama, y cuando los poso juntos en la mesa del café, en la barra del bar, o en cualquier mesa de despacho, las miradas de los concurrentes se dirigen indistintamente de las cubiertas de los títulos a mi cara. Y muchos toman prudente distancia.

 

Juan Antonio González Fuentes

Ojos de papel, 7 de noviembre de 2008