Jesús Laínz: España contra Cataluña. Historia de un fraude

Con magistral capacidad para relacionar pasado y presente, anunciando escenarios de futuro, Jesús Laínz se embarca nuevamente en la misión de desenmascarar al nacionalismo periférico secesionista que habita en España. Tarea compleja porque con toda probabilidad los custodios de las esencias del separatismo catalán se abalanzarán sobre el autor, tratando de provocar su descrédito.

 

Que en la actualidad, desde las instituciones catalanas se haya lanzado un órdago al Gobierno de la Nación, no debemos contemplarlo como un hecho aislado o consecuencia de las dinámicas políticas (sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de 2006) y económicas del siglo XXI. Por el contrario, sus raíces las encontramos a finales del siglo XIX (1898), fecha en la que irrumpe el catalanismo, ideología residual hasta entonces, como explica Josep Pla “los catalanistas eran muy pocos. Cuatro gatos. En cada comarca había aproximadamente un catalanista: era generalmente un hombre distinguido que tenía fama de chalado”(pág. 57).

 

A partir de ahí, de forma constante, tal ideología ha perseguido escribir una historia diferente de España y de Cataluña, vertiendo sobre la primera epítetos descalificadores. Para ello se ha valido de diversas y complementarias herramientas: desde la fabricación de mitos (el rol de Rafael Casanovas en la guerra de Sucesión de 1714) hasta la repetición de mantras (la supuesta persecución de la lengua catalana durante el franquismo) y omisiones deliberadas (el apoyo económico y moral ofertado por Francesc Cambó al bando nacional durante la Guerra Civil española).

 

Al respecto, Laínz nos acerca a algunas personalidades que han participado activamente en dicha tarea y que pueden resultar remotas para el lector si no está familiarizado con el objeto de estudio, como los políticos Cambó y Prat de la Riba e intelectuales como Rovira i Virgili. Así, muchos de los “argumentos” que hoy escuchamos a Artur Mas, Oriol Junqueras o al propio Jordi Pujol fueron ya pronunciados con idéntica vehemencia por sus antecesores de la Lliga Regionalista, en particular las referencias a la cultura, la lengua o la consideración de Cataluña como nación.

 

Sin embargo, el nacionalismo catalán disfruta hoy de mayores medios para promover su credo. Algunos de ellos son materiales y otros, los más peligrosos en cuanto que provocan mayor eficacia, proceden de la inacción de los diferentes Gobiernos de España, que han asistido pasivos al manejo hecho desde 1980 por la Generalidad de la educación o la lengua como peones al servicio del adoctrinamiento. Dicho con otras palabras: se ha permitido la vaporización de España en Cataluña. Al respecto, Jesús Laínz apunta una consecuencia: aquellos que más fervor muestran actualmente por la independencia, son quienes aún no han cumplido la mayoría de edad o lo han hecho hace escasas fechas.

 

En esta suerte de dejación de funciones, Laínz culpa más a la izquierda que a la derecha. Además, desmonta que el federalismo sirva como contrapeso a las intenciones rupturistas del nacionalismo catalán, ya que éste siempre ha concebido la autonomía no como un fin, sino como un medio para la construcción de su propio Estado. Expresiones vacuas como “España plural” o “España nación de naciones” lejos de saciar el apetito independentista, lo legitimaron y espolearon.

 

En definitiva, nos hallamos ante un libro políticamente incorrecto en el que los juicios emitidos por el autor están avalados tanto por su análisis minucioso como por las innumerables fuentes bibliográficas y documentales que maneja. La hemeroteca se convierte en el abogado defensor de Laínz, exponiendo unos alegatos que le dan la razón y le eximen de toda culpabilidad.

 

Alfredo Crespo Alcázar

El Imparcial, 4 de abril de 2015