España contra Cataluña: análisis y refutación del fraude catalanista

Con su ya acostumbrada erudición, el escritor Jesús Laínz Fernández acaba de publicar un nuevo ensayo que lleva por título España contra Cataluña. Historia de un fraude (Ed. Encuentro, Madrid 2014, 416 p.). La obra, desde su misma portada, le da la vuelta a lo expuesto en un simposio generosamente financiada por el dinero público y celebrado a finales de 2013 del que prestigiosos historiadores como Elliot renegaron: España contra Cataluña, que generó un pequeño revuelo dentro de ese mundo desconectado de la opinión pública que es el de la historiografía española.

 

Tal desconexión no debe, empero, preocupar si tenemos en cuenta que se trataba de un nuevo acto de propaganda del gobierno que encabeza un tan prepotente como consentido político regional que sabe de los complejos e ignorancia con que se conduce la mayor parte de la llamada clase política española, incapaz siquiera de pronunciar la palabra sedición y cuyos alcances en lo relativo a la idea de nación apenas pasan de esa cursilería de nuevo cuño llamada 'marca España'.

 

No obstante, y como el propio simposio es tenido en cuenta en el libro, el volumen acomete cada uno de los temas catalanistas clásicos, terreno en el cual Laínz se desenvuelve con soltura como demostrara hace una década con su ya clásico Adiós, España. Verdad y mentira de los nacionalismos. De este modo, la cuestión nacionalista catalana es abordada en cada uno de sus aspectos aportando, como dice el tango, las pruebas de la infamia. El método impuesto obliga pues a hacer desfilar por las páginas del volumen multitud de manifestaciones, programas, ensayos o material de hemeroteca en los cuales puede el lector comprobar cómo los catalanistas han ido empleando argumentos racistas, mercantilistas, telúricos o históricos, con un común denominador: la hispanofobia.

 

Sin embargo, como bien subraya el autor, el cuestionamiento de la españolidad de Cataluña nunca adquirió el vigor que empezó a cobrar tras 1898, verdadero punto de arranque del catalanismo. Siguiendo las metáforas acuáticas incorporadas en el arranque del libro –las citas de Verdaguer y de Oriol Pujol con sus catalanas barcas a punto de hacer agua–, podríamos decir que, con el 98 como punto de inflexión, Cataluña vivió un momento de pleamar, aquel que, al calor del proteccionismo, hizo que la burguesía industrial se enriqueciera, aunque en los tropicales negocios haya de incluirse la trata de esclavos y, añadimos por nuestra parte, el filibusterismo; y uno de bajamar, el que supuso la gran decepción de la pérdida de Cuba y Filipinas, derrotas militares que muchos abnegados voluntarios catalanes trataron de impedir combatiendo bajo la bandera rojigualda que hoy tantos sarpullidos provoca allende el Ebro.

 

La bajamar del Desastre dejó sobre la costera Cataluña, al margen de la gran depresión que pronto mutaría en hispanofobia, grandes capitales que no se estaba dispuesto a repartir con los desharrapados que venían a trabajar, acompañados de su prole, a las industrias de tan industriosa como privilegiada región: había llegado el momento de la Frenología y del racismo. Las pretendidas verdades emanadas de los gabinetes médicos venían a socorrer a los historiadores ávidos de encontrar en crónicas y anales hechos diferenciales que palidecían ante esa conclusión santificada por las níveas batas que predicaban las bondades de la eugenesia. Comenzaba entonces una nueva marea que alcanzó su punto álgido en los días de esplendor del nazismo, fechas en las que los escamots de la Esquerra no vistieron camisas azules, ni pardas, ni negras, sino verdes, que al cabo, Cataluña siempre tuvo una potente industria textil. Cabe en este punto detenerse para constatar que si bien el primer franquismo tuvo más que veleidades con el régimen de Hitler, en el ideario que finalmente triunfó –en el que tanto peso tuvo el catolicismo- no hubo lugar para el racismo que sin duda formó parte del catalanismo durante demasiadas décadas hoy oportunamente vaporizadas, si usamos la terminología orwelliana que emplea Laínz en su libro.

 

Un libro que dedica una vasta extensión a analizar la Leyenda Negra que sin duda forma parte de la ideología de casi todos los españoles y de la que extraen numerosos materiales nuestros separatistas. En un amplio capítulo que es un ensayo en sí mismo, los orígenes y desarrollo de tal Leyenda son analizados sin dejar pasar la oportunidad de constatar la participación de catalanes en todos aquellos episodios en los que se apoya la propaganda antiespañola.

 

Los capítulos finales tratan de cuestiones fundamentales una vez abatidas las doctrinas racistas que permitían a los catalanistas ufanarse de su condición aria. Así, en España contra Cataluña se dedica un amplio espacio a tratar la fecha, los personajes –singularmente el patriota español austracista Casanova– y los acontecimientos que tuvieron lugar en 1714 o se profundiza en la manida cuestión lingüística, verdadera obsesión del catalanismo.

 

No falta la crítica del comportamiento que las izquierdas han tenido a propósito de la cuestión nacional y los separatismos, o las continuas rectificaciones y ajustes que el catalanismo ha tenido que hacer para mantener sus posiciones e ir ganando terreno hasta llegar al famoso 'España nos roba'. Sin embargo, en sus últimas páginas, Laínz muestra cierto agotamiento, el propio de aquel que es consciente de que en este frente de nada sirve la argumentación, el rigor o la apelación a las fuentes históricas; de nada la denuncia del adoctrinamiento escolar, de la violación de la ley o del empleo de distorsionados ejemplos foráneos con los que establecer disparatados paralelismos. El odio y la falsa conciencia junto con el sentimentalismo y la visceralidad aparecen como sustento de tan tenaz separatismo.

 

Iván Vélez

La Voz Libre, 10 de marzo de 2014