La normalización lingüística es eufemismo de imposición

 

Hay que leer el último libro de Jesús Laínz

 

Jesús Laínz es un caso peculiar de jurista y empresario capaz de aplicar sus dones al bien común. Y dones Laínz tiene muchos: historia, literatura, lenguas, coraje, perseverancia y trabajo. Los despliega con libre abundancia en sus libros, pioneros en desnudar el timo nacionalista en Vascongadas. Y en Cataluña también.

 

Su último libro, La lengua retorcida, recoge reflexiones sobre la lengua española, su manipulación, pisoteo y degeneración. Laínz reúne mesnadas de ejemplos de cómo el poder utiliza la lengua para encerrarnos en su marco ideológico con palabras cuyo significado cambian para que, aceptándolas, aceptemos también el veneno que los políticos inoculan en ellas. Por ejemplo, la palabra normalización:

 

“Del universo separatista nos ha llegado la omnipresente normalización lingüística, sedante eufemismo para no decir imposición, que, evidentemente, suena peor. Porque la realidad es anormal y, por lo tanto, debe ser corregida por los linguócratas para que alcance la normalidad. ¡Representantes del pueblo decretando la anormalidad del pueblo e imponiendo medidas para conseguir la normalidad que ellos han imaginado!

 

Dicha normalización consiste en considerar anormales a los catalanes, valencianos, baleares, gallegos y vascos que hablan español –la imensa mayoría de ellos–, por lo que, quieran o no, hay que devolverles a la normalidad imponiéndoles desde la más tierna infancia una lengua que no es la suya materna, con la que tendrán dificultades para aprender en la escuela y que, sobre todo en el caso del vascuence, probablemente nunca vayan a necesitar. Y todo ello, vulnerando los derechos lingüísticos reconocidos universalmente para conseguir arrinconar su lengua materna que, además, es la oficial y única común en toda España.

 

Instrumento esencial de esta anormal normalización es la llamada inmersión lingüística, hermosísimo vocablo peligrosamente cercano al peliagudo ahogamiento. Al fin y al cabo no se trata de otra cosa”.

 

Recuerde: para el nacionalismo las palabras nunca son lo que significan habitualmente.

 

Normalización = imposición de la anormalidad.

Inmersión lingüística = ahogamiento, asfixia en la lengua del poder.

 

Compre el libro y disfrute.

 

Dulce y anormalizada Cataluña.

Dolça Catalunya

19 de febrero de 2024


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