Mejor no hacer ni aprecio del desplante,
pues sólo es uno más de los desmanes
diarios de esa banda de rufianes
compadres de aquel zafio comediante,
vulgar, cobarde, sucio e ignorante
que en vida tuvo el nombre de Rubianes.
¡Los de ellos son asuntos de gañanes,
muy lejos de su altura, mi almirante!
Su fama y su memoria siguen santas,
inmunes a las babas de una izquierda
repleta de payasas sicofantas.
Gentuza analfabeta, burda y lerda.
Y en talla personal, hay gobernantas
que están muy por debajo de la mierda.