Violación por tradición

 

¡Oh, Júpiter Tonante, rogamos tu perdón

y que por esta falta nos des tu absolución,

pero es mejor tomarnos las cosas a risión

para no sumergirnos en desesperación!

 

Porque las feministas, ésas tan femeninas,

tan progres, tan modernas, tan cultas y tan finas,

lo mismo americanas que suecas o latinas,

curiosos gustos tienen en cosas venusinas.

 

Pues si las miras mucho, ellas te miran mal,

si las cedes el paso, eres un animal,

un bobo, un sinvergüenza, un facha, un criminal

machista, reaccionario y heteropatriarcal.

 

Para lograr en todo mayor igualación

nos dictan cómo tiene que ser la educación:

regálese a las niñas un casco y un balón

y a ellos una Barbie, un peine y un jabón.

 

Reinando desde alturas de condición divina,

cualquier error corrige su sabia medicina

pues hasta la natura hay veces que no atina:

hay nenes con huchita y nenas con chilina.

 

Si claro no lo tienes, es que eres un fascista

de mente retrasada, de formación sexista,

blasfemo destinado a la oprobiosa lista

de los vulneradores del credo progresista.

 

Pues los occidentales tenemos la desgracia

de estar aquí alienados bajo la falocracia,

mas a las feministas debemos dar las gracias

por enseñarnos gratis la plena democracia.

 

Pero hay ciertas costumbres, allá por morería,

que están más que arraigadas y nadie debería

querer aquí prohibirlas. ¡Pues sólo faltaría!

¡Racismo, eurocentrismo, fascismo, porquería!

 

Un templo de cristianos, iglesia o capillita,

inocuo es asaltarlo en tetas y braguita.

Sepan los seguidores de la gallarda Rita

que dentro de unos días repite en la mezquita.

 

Se anuncia que en presencia del pueblo mahometano

pronunciará lo mismo que díjole al cristiano:

“¡Casposos y rijosos curas del Vaticano,

os impondremos nuestro dominio clitoriano!”.

 

Se esperan parabienes y felicitaciones,

besos, risas, abrazos, orgasmos de emociones,

medallas, recompensas y condecoraciones.

¡No en vano es la Alianza de Civilizaciones!

 

Caso sobresaliente es el de la ablación,

para los europeos idiota aberración

pero una venerable y antigua tradición

de algunos desquiciados de aquella religión.

 

También de las infantas permítese abusar

y a edades muy tempranas las fuerzan a casar.

Pero más importante, sin duda, es el violar,

que obliga a todo el mundo sus picos a cerrar.

 

Si el agresor presunto resulta musulmán,

políticos y teles todo lo ocultarán,

y del que ose decirlo al cuello saltarán

sin que librarse pueda ni el mismo Donald Tran.

 

Hace poco una sueca metida a diputada

por parte del partido de izquierda moderada 

ha declarado en firme, con voz autorizada,

que si violas rezando, la cosa queda en nada. 

 

Ya que si el perpetrante es un anglosajón,

un sueco o un noruego, un ruso o un letón,

lo hace, el muy malvado, por pura perversión

y ha de quedar por siempre castrado y en prisión. 

 

Pero si es oriundo de Siria o de Saigón

quien quiere por las bravas calmarse el calentón,

las suecas deberían mostrar su comprensión

pues estaría honrando su propia tradición.

 

Porque el acto de un sueco moderno y liberal

es una intolerable depredación sexual,

pero si es extranjero es menos inmoral

pues, más que voluntario, es algo cultural.

 

Tomen nota, europeas, de Rusia a Gibraltar:

si alguna vez el pompis quisiéranlas palpar,

por el lugar de origen habrán de preguntar, 

y si es un sarraceno, ¡pelillos a la mar!