Federal-socialismo

Aunque temporalmente en segundo plano tras el mucho más rentable acoso al PP por sus chanchullos, el PSOE insiste en sus propuestas federalistas por incapaces que sean de satisfacer tanto a los separatistas como a buena parte de sus propias filas. Lejos de aprender de la penosa historia del federalismo español, de reflexionar sobre la trayectoria de los separatismos, de sacar alguna conclusión de su debacle catalana y de centrarse en los problemas reales de los españoles, Rubalcaba ha encargado recientemente a Jáuregui tejer los remiendos federalistas que, según dicen, evitarán que “las costuras del traje español sigan descosiéndose”.

 

Para ello proponen descentralizar más aún el Estado y dar a las autonomías “el poder político nacional que ahora no tienen”. Y, al mismo tiempo, afirman inspirarse en el modelo alemán, ignorantes de que allí no han dudado en centralizar competencias antes descentralizadas y de que su régimen territorial carece de la desquiciada vertiente identitaria y nacional del nuestro que los socialistas, por lo visto aún insatisfechos, desean aumentar. 

 

“Las bases sobre las que se fundó España se están desarmando”, afirman textualmente, olvidando que esas bases fueron redactadas y aprobadas en 1978 precisamente por el PSOE (en concreto, por Peces-Barba) y que con esas bases dicho partido ha gobernado encantado durante más de veinte años.

 

Pero, ¿qué es lo que ha cambiado? Según dicen, en aquel momento “no existían valores de igualdad”, chocante afirmación ante el artículo 1º de la Constitución, que consagra la igualdad como valor superior del ordenamiento jurídico. Y tampoco, dicen, había “ni una sociedad de inmigración ni Internet”. Pero, ¿qué tienen que ver la inmigración e Internet con un Estado federal?

 

Finalmente, acusan al partido gobernante de defender el sistema constitucional aprobado por el PSOE y reprochan dicha actitud mediante la profunda a la par que elegante expresión de “quietos con el culo en la pared”. 

 

Coherencia y altura intelectual de llorar. 

 

El Diario Montañés, 26 de febrero de 2013

 

 

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