Maridaje dirigido

Cuando faltan las ideas, se tiende a llenar el vacío con palabras. Desconfíe, bondadoso lector, cuando le ofrezcan cualquier cosa con palabras rebuscadas: antes o después acabarán dándole gato por liebre.

 

Hace poco, tras comenzar la mañana encontrándome sobre la mesa la publicidad de un Master en community manager y posicionamiento web (modalidad no presencial), recibí una llamada telefónica ofreciéndome una portabilidad. Para mi sorpresa, se trataba simplemente de una oferta telefónica para cambiar a otra compañía. También recientemente tuve noticia de una escuela de negocios que ofrecía dotar a sus matriculados con una modernísima perspectiva glocal del mundo empresarial. Vista la palabrería, la estafa está garantizada. En el mundo de la informática últimamente están de moda las cosas táctiles y capacitivas. La primera vez que me topé con semejantes palabros fue leyendo un artículo titulado “¿Tú qué eres: capacitivo o resistivo?”. Sumergime en la lectura ilusionado por lo que supuse eróticamente prometedor, pero lo excitante no pasaba del título. El resto era una enmarañada jerigonza para embaucar a ciberadictos.

 

También en el campo de la hostelería avanza la inteligencia a grandes zancadas. La cursilería de los resorts, los eventos, los vinos de alta expresión y las aguas de diseño ha quedado anticuada. El penúltimo berrido gastrolingüístico se llama cenas de maridaje dirigido. Excitado por tan sugerente título, lanceme a informarme sobre ello y, aunque en un vídeo explicativo desvelábase que la clave del asunto estriba en “dejarse llevar”, lamentablemente lleveme el disgusto de que no tenga nada que ver con desenfrenos, ni gastronómicos ni de los buenos, sino de algo así como una cata de vinos mientras se cena. Y todo ello, bajo la supervisión de gastrogestores. ¡Tan altas expectativas para tan baja realidad!

 

Malos consejeros, el aburrimiento y la abundancia. Quizá venga bien una pizca de austeridad y peligro para que nuestra blandita sociedad recupere un poco el seso.

 

El Diario Montañés, 23 de julio de 2013

 

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