Rebeldía al revés

Probablemente tenga algo que ver Valle Inclán en esto. “Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo, son absurdas”. Lo que era alto, deviene bajo. Lo delgado, gordo. Lo armonioso, deforme. Y al revés. Algo similar ha ocurrido con los valores, aunque aquí el que tendría algo interesante que decir quizá fuese Nietzsche, el viejo cabeza de pólvora.

 

Porque resulta que hoy la rebeldía consiste en hacer leña del árbol caído. Por ejemplo, todo el mundo hace burla de la religión católica y de sus representantes, como si hoy la Iglesia fuese un poder temible y como si enfrentarse a ella fuera algo heroico. Hoy se hace burla de la patria –ese último refugio de los canallas, según dice la progresía hasta que ve peligrar su monedero–, del ejército, del Estado y de toda autoridad, conceptos desprestigiados tras muchas décadas de “deconstrucción” (como se dice ahora) de todos los principios en los que se basaban las sociedades tradicionales. ¿Cuántas canciones se han compuesto –desde la famosísima Imagine de John Lennon, ese catálogo de horrores– para criticar, burlarse y desprestigiar estos principios? Y lo digno de reflexión es que estos ataques, que van a favor de corriente, que cuentan con la inconsciente aprobación de la inmensa mayoría de la sociedad, ¡pasan por rebeldes!

 

Hoy lo rebelde sería componer canciones en honor de la patria, o del heroísmo del soldado, o del sacrificio del Guardia Civil, o cantando la fidelidad, o la virilidad, o la austeridad, o la virtud. Pero esto, que sí va contracorriente –como lo prueba el que su simple mención queda extraña, cuando no cursi o incluso escandalosa–, pasa, paradójicamente, por fácil, por acomodaticio.

 

La misma perversión sucede con nuestra nación. España es el colmo de lo malo, lo reaccionario, lo condenable: Recaredo, la reconquista, el Cid, la Inquisición, Hernán Cortés, Lepanto, el 2 de mayo, Franco, la cabra de la legión… Espadas, cruces, guerreros… Caspa, roña, reacción. Por el contrario, toda negación de España es el colmo del progresismo. Y el colmo de los colmos es la resurrección de las divisiones tribales de hace dos mil años. Pues no en otra cosa consisten los separatismos. ¡Eso sí que es progresista! Por eso lo apoya el PSOE.

 

Y, tras la estela de estos dos nacionalismos modélicos, se afanan sus imitadores en el resto de Estepaís, elevadores de la caverna y el analfabetismo a la categoría de supremas virtudes nacionalistas.

 

Y todo ello, en nombre de la rebeldía, lo políticamente incorrecto, la transgresión y el progreso.

 

Artículo publicado durante la primera legislatura zapateriana, entre 2004 y 2008, e incluido en España desquiciada

 

 

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