Olor y política

A finales de 1899 la Revue Scientifique publicó un estudio realizado por un científico francés, el profesor Glosson, que propuso a sus alumnos medir la velocidad con la que se difunde un olor por el aire. En este caso se trataba de una botella llena de un compuesto químico de penetrante aroma que fue destapada en el momento en el que el profesor accionaba su cronómetro. Los alumnos debían levantar la mano cuando comenzaran a percibirlo. Al cabo de unos segundos, los sentados en las primeras filas empezaron a indicar que el olor ya había llegado a sus pituitarias, y tardó poco en extenderse hasta el fondo de la sala en ondas paralelas y sincronizadas. Cuando la gran mayoría había levantado sus manos, el profesor hubo de interrumpir el experimento y abrir las ventanas porque algunos, afectados por la intensidad del olor, tuvieron necesidad de abandonar la sala.

 

La botella contenía agua. Lo que realmente había medido el experimento no era la velocidad de difusión aérea de un olor, sino la del contagio de una sugestión. Pues la gran mayoría de los seres humanos, por naturaleza gregarios como las hormigas y los arenques, experimentan horror ante la idea de verse apartados de la manada, y para ser admitidos en ella estarán siempre dispuestos, tanto consciente como inconscientemente, a sumarse a sus movimientos, sus ansias, sus modas, sus deseos, sus odios. Y contra este fenómeno mimético poco pueden la razón y el conocimiento. Jonathan Swift lo resumió magistralmente al proclamar la irracional evidencia de que no se puede sacar a una persona mediante la razón de un convencimiento al que no llegó por la razón.

 

No hace falta más para explicar el catalanismo, ese contagio mediante sugestión de un delirio histórico y un odio incausado. Pues se necesita mucha fuerza de voluntad y mucha independencia de criterio para cuestionar el sentimiento único, salirse de la manada y exponerse a su furia. Y no hay razonamiento que sirva contra ella. El deshipnotizador que la deshipnotice buen deshipnotizador será.

 

El Diario Montañés, 12 de junio de 2014

 

 

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