La farsa del Olentzero

Un año más el carbonero gordinflón vuelve a crear polémica en Castro Urdiales porque los anexionistas a Vizcaya, con la excusa de atender a los niños vascos residentes en la localidad, desean promover el expansionismo pseudocultural como avanzada del político. 

 

Este personaje fue completamente ignorado en toda Álava, toda Vizcaya y la mayor parte de Guipúzcoa y Navarra hasta anteayer. Conocido sólo en algunos lugares del oriente guipuzcoano y el noroeste navarro, empezó a ser introducido hace unos cuarenta años en San Sebastián, de donde pasó, vía ikastolas, al resto del País Vasco. El nacionalismo, despreciando una vez más las verdaderas tradiciones vascas, ha promovido a tan oportuno competidor de los muy españoles Reyes Magos hasta hacer creer a casi todo el mundo que se trata de un elemento folklórico de los vascos desde tiempo inmemorial. Por ejemplo, Ibarretxe –alavés al que en las navidades de su infancia, si se portaba bien, le llevaban los regalos los Reyes Magos–, en una entrevista sobre quién llevaba hoy los regalos a su casa, contestó que el Olentzero, naturalmente. Su utilización política ha adoptado formas diversas, como la retransmisión por ETB de un documental olentzeriano en vez de la cabalgata de Reyes o el enjaulamiento de olentzeros en homenaje a terroristas encarcelados. 

 

Como la farsa nacionalista es más contagiosa que la sífilis, en Galicia, con idéntico objetivo de hacer país, ha aterrizado en los últimos años una versión pederasta del Olentzero: el Apalpador, también promovido por los separatistas locales con la ayuda de algunos incautos. Y por aquí lo del Esteru anda aún algo atrasado. Pero todo llegará.

 

Regresando a Castro, promueva quien lo desee al Olentzero con el dinero de su bolsillo. Pero que no intente justificarlo diciendo que se trata de una milenaria tradición navideña vasca, pues no lo es.

El Diario Montañés, 18 de diciembre de 2012

 

 

Fotografía de la primera celebración del olentzero de la que se tiene noticia

en la provincia de Vizcaya (Deusto, 1968).