Carta a Le Monde

Estimados señores,

 

Habiendo leído la entrevista al presidente del gobierno regional catalán, D. Artur Mas, aparecida en su periódico el 17 de febrero, me atrevo a suponer que estarán ustedes interesados en informar a sus lectores de que lo declarado por el Sr. Mas es simplemente un enorme conjunto de tergiversaciones y mentiras.

 

Contra el embustero y desleal comportamiento de un alto representante del Estado debería haber reaccionado el gobierno español, pero ante este como ante tantos otros graves asuntos que ponen en peligro la propia existencia de la nación, el gobierno del Sr. Rajoy guarda estruendoso silencio.

 

Volviendo al Sr. Mas, afirma que Cataluña es una nación. Y su argumento esencial es la existencia de la lengua catalana. Es decir, los nacionalistas catalanes siguen anclados en el falso dogma decimonónico de que una lengua es igual a una nación. ¿Serían ustedes capaces de explicar a los ciudadanos franceses que sus compatriotas de Alsacia no forman parte de la nación francesa porque, con 800.000 hablantes de alsaciano, son el segundo grupo lingüístico del país?

 

También saca el Sr. Mas la conclusión de que dicha nación tiene “el derecho de decidir su futuro”. ¿Y los demás españoles no tienen nada que decir sobre la destrucción de su nación? ¿Serían ustedes capaces de explicar a los ciudadanos franceses desde las páginas de Le Monde que un departamento cualquiera de Francia tiene “el derecho de decidir” unilateralmente sobre su secesión de Francia sin que los demás franceses puedan abrir la boca?

 

Finalmente, el Sr. Mas tuvo el valor de afirmar que “nosotros pertenecemos al Estado español desde hace trescientos años por la fuerza, tras haber perdido batallas y guerras”. Es curioso que no recordase el Sr. Mas que lo que los nacionalistas llaman la Cataluña Norte dejó de pertenecer al Principado de Cataluña porque Louis XIV lo ganó por la fuerza de las armas. ¿Será casualidad que se olvidara de eso el Sr. Mas al realizar declaraciones a un periódico francés?

 

Pero, volviendo a esa fantasmagórica conquista española de Cataluña en 1714, les informo de que el principal mito histórico nacionalista consiste en la alucinante conversión de la Guerra de Sucesión –librada entre españoles de todas las regiones partidarios de uno de los candidatos al trono, Felipe d’Anjou, y españoles de todas las regiones partidarios del otro candidato, el Archiduque Carlos de Habsburgo– en una guerra entre catalanes y castellanos. Efectivamente, la última resistencia de los partidarios de Carlos fue la ciudad de Barcelona, lugar donde se concentraban los enemigos del nieto de Luis XIV precisamente por la intensa francofobia de los catalanes, otro detalle que se le olvidó mencionar al Sr. Mas.

 

Afirmar que lo que sucedió en 1714 fue la invasión española de Cataluña es un delirio paranoico. Y por si creen ustedes que esto no es más que una opinión y que los acontecimientos históricos son siempre interpretables y cuestionables, les acompaño a continuación un fragmento de la proclama que el 11 de septiembre de 1714 hicieron distribuir por Barcelona los regidores barceloneses a los que rinden homenaje los nacionalistas catalanes cada 11 de septiembre como si fueran héroes de la independencia catalana cuando en realidad fueron patriotas españoles que lucharon por el candidato al trono que consideraban legítimo. Por cierto, esta proclama nunca ha sido leída en esos homenajes destinados a lavar el cerebro y envenenar el corazón de los catalanes. Sería interesante conocer, de labios del Sr. Mas y de los demás dirigentes nacionalistas, el motivo de tan orwelliano ocultamiento:

 

“Se hace también saber que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus empleos explican, declaran y protestan a los presentes, y dan testimonio a los venideros, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, protestando de los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida patria, y del exterminio de todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados, y todos en esclavitud del dominio francés; pero se confía, con todo, que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”.

 

Como ven, toda una declaración de independencia de Cataluña.

 

Finalmente, un consejo para todos los franceses. No se dejen engañar por los cantos de sirena de los nacionalistas catalanes creyendo que se trata de un problema que afecta solamente a España y que la ambición secesionista se detendrá en los Pirineos. Pues tras el principado de Cataluña, no les quepa duda de que irán el Rousillon, el Vallespir, el Conflent y la Cerdagne. Por no hablar de los Pirineos Atlánticos, pero eso es otra historia.

 

Esperando haber sido de su utilidad, aprovecho para enviarles un atento saludo.

 

Carta enviada a Le Monde el 17 de febrero de 2012. No fue publicada.

 

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