Cataluña es Europa

Se engañan quienes creen que intentando meter miedo a los catalanes con su exclusión de la UE van a conjurar la amenaza separatista reconvirtiéndolos en amantes de España. Aunque, efectivamente, Cataluña probablemente tardara algún tiempo en integrarse en la UE, sería ésta la primera interesada en normalizar una situación que a nadie beneficiaría. Empezando por las muchas empresas españolas con sucursales en Cataluña, que serían las primeras en empujar, por sus propios intereses, hacia la admisión. Y el primer país que se apresuraría a apadrinarla sería España. ¡Faltaría más! ¡Por lo que nos une!

 

Muchos catalanes quieren dejar de ser españoles aun a costa de cierto encogimiento económico durante algunos años, más bien pocos. Y están más que dispuestos a pagar ese precio con tal de dejar de pertenecer a la nación odiada, pues el frenesí patriótico pesa más que el monedero. La clave no está en agitar el miedo a quedarse fuera de la UE, sino en contrarrestar (¡a buenas horas!) la fuente del odio, es decir, la totalitaria construcción nacional que durante décadas ha lavado el cerebro y envenenado el corazón de muchos catalanes sin que los sucesivos Don Tancredos de La Moncloa, en grave vulneración del estado de derecho, hayan movido un dedo para defender la justicia y la decencia. Cuando no han colaborado en lo contrario.

 

Además, frente a la afirmación, la acción, la alegría y el empuje de los separatistas, España ofrece poca cosa más allá de temerosas apelaciones a la conveniencia económica de mantenerse unidos. Las propuestas separatistas serán descabelladas, pero al menos tienen el mérito de haber sido puestas sobre la mesa. Frente al avance de los separatistas, la pusilanimidad y el silencio. Frente a la movilización alegre y masiva, la boba expresión “ahora no toca”, como si pudiera haber algún otro momento en el que sí tocase. Así, no es de extrañar que hasta los indecisos, incluso muchos en principio no separatistas, se deslicen hacia el separatismo. Al menos ofrece una esperanza.

 

El Diario Montañés, 28 de noviembre de 2013

 

 

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